En la travesía de la vida, nos enfrentamos a giros inesperados, desafíos que ponen a prueba nuestra resistencia y, a veces, nos sumergen en la profundidad de nuestro ser. Uno de estos momentos cruciales se presenta cuando la relación que hemos construido durante años se desvanece en la bruma del tiempo, dejándonos ante un horizonte desconocido, pero cargado de posibilidades.
Para mí, este viaje comenzó después de 17 años de compartir mi vida con mi ex esposo. Lo que una vez fue un amor apasionado se transformó en una amistad profunda pero desprovista de la chispa que había encendido nuestra unión. Nos encontramos en un punto donde la intimidad se desvanecía, donde la comodidad había reemplazado a la pasión. Fue un momento de dolorosa revelación, pero también de honestidad con nosotros mismos.
Decidimos separarnos, no por falta de cuidado o respeto mutuo, sino porque reconocimos que nuestros caminos individuales requerían un espacio que ya no podíamos encontrar juntos. El proceso fue arduo, marcado por la incertidumbre y el miedo a lo desconocido. Me sentí como si estuviera parado al borde de un abismo, con el vértigo de la soledad acechándome.
Pero salir de nuestra burbuja de amor nos confrontó con una realidad agridulce: una sociedad fracturada. En un intento por reconectar con el mundo exterior, me sumergí en el océano de las aplicaciones de citas, solo para descubrir que la búsqueda del amor se había convertido en un juego de azar, donde las conexiones efímeras y las expectativas distorsionadas reinaban supremas.
En medio de este caos, tuve la fortuna de encontrarme con alguien especial, alguien que trajo luz a mi vida en un mar de incertidumbre. Juntos, decidimos desinstalar las aplicaciones y comprometernos el uno al otro. Fue un acto de valentía y fe en el destino, una señal de que, a veces, el universo conspira a nuestro favor.
Pero esta experiencia me llevó a reflexionar sobre el estado de nuestra sociedad, sobre cómo hemos perdido de vista el verdadero significado del amor y las relaciones humanas. Nos hemos convertido en una sociedad de rotos, donde el egoísmo y la superficialidad eclipsan la verdadera conexión emocional. En lugar de construir relaciones sólidas y significativas, nos conformamos con encuentros fugaces que solo dejan corazones rotos a su paso.
Es hora de cambiar esa narrativa, de trabajar juntos para restaurar la integridad de nuestras relaciones. Debemos recordar que el amor es un regalo precioso, que merece ser cuidado y protegido con todo nuestro ser. Como individuos, como comunidad, debemos esforzarnos por ser mejores, por cultivar el amor propio y la empatía hacia los demás.
Como Artista, como ser humano comprometido con el cambio, prometo utilizar mi voz y mi música para difundir este mensaje de esperanza y renovación. Es hora de despertar del letargo de la indiferencia y abrazar la belleza de lo auténtico, de lo verdadero. Juntos, podemos construir un mundo donde el amor florezca y los corazones rotos encuentren sanación.
Con amor y determinación,
SJ
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